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Idealmente, el control solar más efectivo es aquél que se realiza exteriormente en la fachada, integrado con la arquitectura del edificio y teniendo en cuenta la climatología, el entorno urbanístico y la posición de la vivienda respecto al sol.

Si además logramos que el control solar trabaje conjuntamente al resto de sistemas de la vivienda como iluminación, climatización, etc., podremos conseguir una gestión global y eficiente del edificio aportando un confort térmico y lumínico además de hacer la vivienda más sostenible debido al ahorro energético que se deriva de una buena protección solar (además, la mejora en la certificación energética significa un incremento en el valor inmobiliario del edificio).

No olvidemos que el correcto diseño de los edificios y de sus instalaciones de protección solar tiene efecto en la salud, el bienestar y la productividad de sus ocupantes.